Tanto los hombres como las mujeres se ven afectados por las patologías de suelo pélvico, que están cada vez más presentes en nuestra sociedad. Estas disfunciones abarcan patologías como: incontinencia urinaria o anal, prolapsos de las vísceras pélvicas (vejiga, útero, recto), dolor pélvico crónico, estreñimiento crónico, disfunciones sexuales, etc. Todas estas patologías pueden mejorar a través de la fisioterapia del suelo pélvico. Por medio de un conjunto de técnicas inocuas que pueden facilitar la curación y ayudarte a mejorar tu calidad de vida. ¿A qué población va dirigida este tipo de fisioterapia de suelo pélvico? Pues tanto a mujeres como a hombres. La zona perineal es una gran desconocida para la mayoría de la población femenina y más aún para la masculina, a pesar de que los hombres también tienen periné y ambos pueden servirse de esta zona muscular de manera voluntaria. Las técnicas más comunes e innovadoras utilizadas en la fisioterapia de suelo pélvico son las siguientes: • Terapias manuales Masaje perineal, estiramiento, movilizaciones, liberación miofascial, etc. Son técnicas que permiten devolver el equilibrio muscular, articular, osteoligamentoso y a nivel de las fascias y del tejido conjuntivo. Algunas de ellas se realizan a nivel intracavitario vaginal y/o anal. • Hipertermia Usamos radiofrecuencia de segunda generación. Estos son equipos generadores de alta frecuencia totalmente regulables que se aplican a tejidos del organismo humano. El aparato produce un aumento de la temperatura interna (endotermia), mejorando el flujo arterial y aumentando el aporte de sustancias nutritivas y de oxígeno. Esto mejora el flujo venoso-linfático y es el instrumento más completo e inocuo para la recuperación de la anarquía tisular. Muy efectivo en el campo de la uroginecología: en vejigas hiperactivas, síndrome miofascial pélvico, cicatrices dolorosas (cesáreas, episiotomías…) o queloides, hiperplasia benigna prostática, prostatitis abacteriana, etc. Todas las técnicas son inocuas y se harán con la mayor privacidad y confianza por parte del paciente y del terapeuta. • La electroestimulación Es un tratamiento que se realiza con impulsos eléctricos y que resulta muy efectivo para la toma de conciencia perineal. Con él se logra aumentar la fuerza de la musculatura pélvica mejorando las incontinencias urinarias de esfuerzo y disminuyendo las urgencias miccionales, ya que la estimulación actúa a nivel vesical. Este método sirve para paliar el dolor en el caso de cicatrices dolorosas como episiotomías. • Biofeedback Es una retroinformación procedente de distintas partes de nuestro cuerpo, en este caso de la musculatura perineal y/o abdominal, que nos permite sintonizar con esa musculatura y aprender a controlarla después de un aprendizaje previo. Facilita la toma de conciencia perineal, tonifica los músculos pélvicos y nos ayuda a reeducar el estreñimiento y la incontinencia anal y urinaria. Aprenderemos a evitar una acción perjudicial de la musculatura a nivel perineal y podremos gestionar correctamente las presiones abdomino-perineales.
En el siguiente video puede ver el tratamiento que realizamos para Incontinencia Urinaria tanto en hombres como mujeres.
La incontinencia urinaria consiste en la pérdida involuntaria de orina. El afectado tiene una necesidad imperiosa y repentina de orinar pero es incapaz de retener la orina.
Los escapes pueden producirse al estornudar, reír, realizar algún esfuerzo o ejercicio físico. Supone un problema higiénico, social y psíquico, ya que influye en la actividad cotidiana del enfermo y reduce su calidad de vida.
La incontinencia no es una enfermedad en sí misma, sino la consecuencia de una alteración en la fase de llenado vesical que se presenta en numerosas enfermedades. Es más común entre las mujeres, los niños (enuresis) y los ancianos, afectando a más del 15 por ciento de los mayores de 65 años no institucionalizados y al 35 por ciento de los ingresos en los hospitales.
El principal síntoma de la incontinencia urinaria es la pérdida de orina al toser y estornudar, realizar actividades físicas o mantener relaciones sexuales.
Los principales tipos de incontinencia son:
En la incontinencia de esfuerzo, la pérdida de orina se produce al realizar cualquier movimiento o actividad física. La risa, el estornudo, el deporte, la carga de objetos pesados o el mero hecho de ponerse en pie o agacharse puede provocar escapes de orina que van desde unas gotas hasta un chorro.
El origen de esta incontinencia, que afecta a más de un millón de mujeres, se encuentra en la uretra. El esfuerzo físico, aunque sea leve, provoca un aumento de la presión en el abdomen y en la vejiga, pero no se transmite a la uretra, lo que desencadena la incontinencia.
El embarazo y la edad provocan una pérdida de elasticidad y de tensión en el suelo pélvico, por lo que la vejiga y la uretra caen y sus mecanismos de continencia sólo son efectivos en reposo.
Este tipo de incontinencia no está asociada a la necesidad de orinar.
Consiste en la pérdida involuntaria de orina asociada a una necesidad imperiosa y repentina de orinar. Por lo tanto, existe una consciencia previa. El origen de esta incontinencia se encuentra en el detrusor. Se pueden distinguir dos tipos de incontinencia urinaria de urgencia:
La pérdida de orina se produce por un hiperactividad del músculo detrusor y un trastorno en los mecanismos esfinterianos. En este caso, la incompetencia del cuello vesical permite la entrada de orina en la uretra proximal. Como consecuencia, el detrusor entiende que se ha iniciado la micción y libera el reflejo que produce su contracción.
La pérdida de orina se produce porque la vejiga se encuentra distendida por obstrucción e imposibilidad de vaciado. Se distinguen dos causas de incontinencia urinaria por rebosamiento:
Está asociada a estímulos externos que afectan a los sentidos (frío o agua), a emociones fuertes y repentinas (miedo, angustia o placer) o a fobias y manías.
Engloba las alteraciones de la dinámica miccional que se originan en el sistema nervioso. En su desarrollo influyen los accidentes cerebrovasculares, la esclerosis múltiple, la enfermedad de Parkinson y las lesiones medulares.
Diagnóstico
El primer paso que debe dar el especialista es confirmar que se trata de una pérdida de orina totalmente involuntaria y objetivamente demostrable.
Para establecer un diagnóstico correcto debe distinguir los factores externos y los trastornos de las vías urinarias que originan la incontinencia, por lo que será necesaria una exploración física minuciosa que incluya un examen de la sensibilidad perianal y estudios analíticos, radiológicos y urodinámicos.
Además, el profesional debe tener en cuenta los antecedentes personales y las enfermedades concomitantes, como las enfermedades neurológicas, patologías sistémicas con repercusión sobre el sistema nervioso central y las intervenciones previas que hayan afectado al tracto urinario (uretrotomías, resección transuretral de próstata, etc.), al abdomen y pelvis (resección abdominoperineal de colon o histerectomías) y a la columna vertebral (descompresiones o laminectomías). Asimismo, debe controlar la medicación que toma el enfermo, ya que algunas sustancias pueden desencadenar o agravar la incontinencia.
Junto a los análisis de sangre se pueden realizar otras pruebas complementarias:
Los afectados deben controlar los líquidos que toman para evitar la formación excesiva de orina. También es importante la forma en la que se toman, las sopas, los guisos y los alimentos hervidos aportan más líquidos que los asados y fritos.
Entre los líquidos que favorecen la formación de orina se encuentran el agua, la leche, el alcohol y las infusiones. Se debe distribuir mejor el horario de la toma de bebidas, bebiendo más durante la mañana y disminuyendo paulatinamente las bebidas conforme avanza el día. En el caso de los niños con enuresis, es aconsejable adelantar la hora de la cena.
El objetivo del tratamiento farmacológico es conseguir que la vejiga sea capaz de distenderse sin contraerse y que la uretra se mantenga cerrada durante el llenado.
Los fármacos más utilizados son los anticolinérgicos, sustancias que, al disminuir la capacidad contráctil del detrusor, aumentan la tolerancia del llenado vesical y la continencia.
Son útiles en las contracciones involuntarias del detrusor no neurológicas, la incontinencia mixta y la hiperreflexia del detrusor. Su eficacia está demostrada en cuanto al alivio de los síntomas, pero sus efectos secundarios, fundamentalmente la sequedad de boca, la taquicardia y la excitación, son muy severos en algunos pacientes, que en ocasiones deben abandonar el tratamiento. Están contraindicados en los enfermos con glaucoma y arritmias cardiacas.
Entre los anticolinérgicos más comunes se encuentran la oxibutinina, el flavoxato, la propantelina, la metantelina y el cloruro de trospio.
Existen diferentes soluciones quirúrgicas, según el tipo de incontinencia, las características de la vejiga y la uretra.
Consiste en la introducción, a través de la uretra, de una sonda en la vejiga. Se utiliza principalmente en la incontinencia causada por daño neuronal o de los nervios que controlan la micción. Con el catéter se consigue el vaciado completo y se evitan los escapes de orina.
Los pacientes recuperan el control de la vejiga aprendiendo a resistir el impulso de salida de la misma y contribuyendo de esta manera a aumentar la capacidad de la vejiga. Esto se consigue mediante ejercicios que desarrollan la musculatura del suelo pélvico.
Su objetivo es conseguir la contracción del suelo pélvico mediante la estimulación del nervio pudendo con un electrodo intravaginal.
Los efectos psicosociales de la incontinencia suelen llevar implícitos numerosos trastornos emocionales, entre los que se encuentran la pérdida de autoestima y la discontinuidad en las actividades laborales, sexuales y sociales.
Muchos afectados se niegan a alejarse de su entorno familiar por temor a enfrentarse a situaciones embarazosas, limitando sus tareas habituales y su independencia.
Aunque este término se refiere a la pérdida involuntaria de orina en general, en la actualidad se utiliza para definir la incontinencia nocturna durante el sueño.
Se manifiesta especialmente en niños, siendo más frecuente en el sexo femenino. En su aparición influyen los siguientes factores: hereditarios, ansiedad, alteraciones psicológicas, inmadurez cerebral, profundidad del sueño, patología funcional y orgánica.
En definitiva, existen muchas teorías sobre el origen de esta incontinencia urinaria, aunque ninguna es del todo concluyente.
Para tratar este trastorno hay que realizar un análisis de los rasgos sociales y biológicos del niño, así como de la actitud y la disposición de los padres. Casi todos los casos de enuresis se resuelven con el tiempo y los afectados no sufren ninguna alteración de la personalidad. Su capacidad intelectual es igual que la de los demás niños.
Es otro de los trastornos más comunes e incapacitantes en los ancianos. Afecta a más del 15 por ciento de los mayores de 65 años no institucionalizados y al 35 por ciento en los hospitales.
Cuanto mayor sea la incapacidad física o psíquica, más aumenta este trastorno. En estos casos al fallo en el control de la micción se unen muchas causas de incontinencia: los cambios fisiológicos, y el deterioro neurológico y del sistema nervioso central.
Esta población se ve especialmente afectada por la incontinencia urinaria, llevándoles a limitaciones importantes e incluso al aislamiento social y familiar.
Para combatir este problema se pueden administrar fármacos, aplicar cirugía o medios paliativos que les permitan continuar con sus actividades cotidianas y mejorar su calidad de vida.
Una de cada cuatro mujeres en España padece incontinencia urinaria
Potenciar el suelo pélvico previene la incontinencia urinaria.
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